La verdad que hablar de templanza y vino,
parece metafísicamente contradictorio. Pero si entendemos que la virtud de la templanza
lleva a nuestros sentidos al punto justo y en la cata de vino tenemos que
aplicar los sentidos al vino, si no hay templanza no hay buena apreciación.
Si nuestros sentidos se desparraman y no se
ajustan al aroma, color y gusto del vino perdemos la capacidad de disfrutar al
100% del mosto y entramos a una fase de desequilibrio por poco y normalmente
por mucho.
Desgraciadamente los que no aprecian la Cultura
del Vino (en mayúscula) viven esclavizados
y no tienen el señorío propio del que sabe disfrutar de la vida siendo
un auriga de sus sentidos para conseguir lo mejor, y no se deja arrastras por
los equinos desbocados que les lleva a complicados vericuetos que siempre se arrepentirá.
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